La enuresis se define como un trastorno del control
voluntario de la orina. A largo plazo puede provocar un problema emocional en
el niño al producirse un concepto pobre sobre sí mismo y una baja autoestima.
Aunque afecta de manera indiferente a ambos géneros, tiene
mayor incidencia en el sexo masculino. Se estima que padecen enuresis entre un
16% a la edad de 5 años y disminuye hasta un 3% en la adolescencia.
Nos referimos a enuresis nocturna cuando las micciones se
producen durante la noche, y enuresis diurna cuando ocurren a lo largo del día.
La enuresis diurna es menos frecuente que la nocturna, pero supone un problema
social más serio.
Existen diferentes tipos
de enuresis:
- Enuresis primaria: es aquella que ha sucedido siempre.
- Enuresis secundaria: es aquella que acontece tras un periodo de continencia previo de al menos seis meses.
- Enuresis monosintomática: se presenta un solo síntoma.
- Enuresis polisintomática o síndrome neurético: aparece acompañada de otros síntomas como urgencia miccional, retencionismo.
Las causas son diversas: psicológicas (trastornos
emocionales), orgánicas (infecciones del aparato urinario, lesiones en la
médula espinal, epilepsia, apnea del sueño, malformaciones del aparato
urinario, etc.)
¿Qué hacer?
Lo más importante es no estresar
al niño. No debemos culparle ni tratarle mal y mucho menos hacerle sentir
inferior.
Es conveniente apuntar cada
cuanto tiempo suceden estos episodios, pues el médico les hará preguntas como:
- ¿ha habido periodos intermedios en los que el niño no ha mojado la cama?
- ¿con qué frecuencia ocurre?
- ¿moja la ropa interior durante el día?
- ¿se queja de dolor al orinar o una necesidad urgente de ir al baño?
- ¿existe alguna causa de estrés emocional?
- ¿ha habido periodos intermedios en los que el niño no ha mojado la cama?
- ¿con qué frecuencia ocurre?
- ¿moja la ropa interior durante el día?
- ¿se queja de dolor al orinar o una necesidad urgente de ir al baño?
- ¿existe alguna causa de estrés emocional?
Durante el tratamiento se deben
implicar tanto el niño como sus padres, por lo que si el niño es demasiado
inmaduro y no le provoca un problema podemos retrasar el tratamiento hasta que éste sea capaz de
colaborar.
Debemos explicar al niño que no
es el único que tiene el problema y que se puede solucionar. Por tanto, la
actitud de los padres ha de ser comprensiva y tranquilizadora.
No hay que usar pañales, porque
eso no soluciona el problema. También debemos evitar la ingesta de bebidas
diuréticas, y disminuir o suprimir los líquidos unas pocas horas antes de ir a
la cama.
Un método de tratamiento (no
farmacológico) son los tratamientos conductuales: se trata de levantar al niño
durante la noche para que vaya al baño aunque no tenga ganas, e ir reduciendo
el número de veces gradualmente. El objetivo es que él sepa reconocer cuándo
tiene ganas de orinar y pueda levantarse e ir al baño de forma autónoma (se
puede usar una alarma).
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